Sara removía el café en la pequeña taza blanca apoyada en un platito.
Le daba muchas vueltas.
Llevaba mucho rato dándole muchas vueltas.
- No tienes por qué hacerlo – le replicó Cristian – Es simplemente que me he dado cuenta de que no soy heterosexual. No se trata de que cambies algo por mí.
- Pero me da igual –dijo Sara entre susurros acompañados de lágrimas – Cambiaré lo que sea. Si no quieres estar conmigo, será porque habré hecho algo que te habrá molestado…
- No, no me ha molestado nada de ti… Simplemente, que al probar… otras cosas, me he dado cuenta de que las prefiero…
Sara echó un azucarillo en su café.
- Pero aunque lo prefieras, ¿No significa eso que me sigues queriendo, si has seguido conmigo? – imploró Sara.
Cristian se removió incómodo en su asiento. Deseaba que la situación terminase cuanto antes, y que Sara le dejase de insistir.
- No puedo estar con algo que prefiero en segundo lugar, Sara. No quiero estar contigo.
Sara volvió a echarse a llorar. Cristian notó como algunas miradas se clavaban en ellos y se sintió culpable.
- Cristian, por favor, por favor, no me dejes… – sollozó Sara.
-Sara, deja de llorar ya… Me haces sentir culpable…
Sara levantó la cabeza mientras las lágrimas manaban a borbotones.
- ¡Si te hago sentir culpable, es porque no quieres dejarme! ¡Si no, no sentirías culpabilidad sino alivio!
Cristian se llevo la mano al rostro y suspiró.
- De lo que me siento culpable es de hacerte llorar. Para mí no es bonito dejarte, te quise mucho en su momento pero siento la necesidad de no estar más contigo.
Sara agachó la cabeza y pasaron unos minutos llenos de sollozos.
Se oyeron unas palabras ahogadas:
-…¿?
Cristian se inclinó hacia delante.
-¿Cómo?
- ¿Con quién?
Cristian se puso nervioso.
- No es de tu interés. No lo conoces, y si alguna vez lo ves, no quiero que lo insultes, o lo odies, o tengas celos, o guardes rencor.
- Tengo derecho a saberlo… Me has engañado…
Sara echó otro azucarillo en su café.
- Lo siento, Sara. Entiendo que no quieras volver a verme, aunque a mí siempre me gustarás… Como amiga. Si necesitas algo me tendrás aquí, ¿Vale?
- Te necesito a ti – sollozó la chica entre lágrimas.
Cristian se levantó y dejó unas monedas para pagar el café de los dos. Se fue acariciando levemente el cabello de la chica, que tenía la cabeza inclinada.
Cuando Sara fue a revolver su café, se dio cuenta de que no podía mover casi la cucharilla por que el azúcar había colmado la taza.
Qué irónico, pensó. El último adiós tan dulce y sus lágrimas tan saladas.
(LLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLL)
me ha encantadoo!!!! y se te echaba de menos, por cierto :D
Que tristor, no me gusta ver como dejan a alguien.
saluDOS
"Con poco de azúcar es la píldora que os dan"
(¿¿Era así??)
Bueno la cuestión demasiadas píldoras para la depresión.
Las dos últimas frases genialosas chupifantasticas GREAT!!
bip bip!!