El encargado levanta la cabeza y reconocemos al cazador que tenía que traer el corazón de Blancanieves.
-¿Y eres…?
La chica esboza un gesto (previamente preparado) de entre sorpresa, desdén e ingenuidad.
-Pues Princesa.
El encargado la mira y suspira fatigado.
-Creo que puedes limpiar el barro de la carroza de Cenicienta. Ya no es lo que era, me refiero, la carroza se pudrió al ser una calabaza y empezó a echar pestazo, pero la hemos mantenido como hemos podido. Ya sabes, cada vez que nos toca salir en espectáculos o películas, nos piden el material original.
La princesa abre la boca indignada y la cierra rápidamente consciente de su no-perfecta expresión. Cierra los ojos un momento y recompone su expresión por un mohín de disgusto: los labios fruncidos en una suave O.
-Perdone, pero no puedo trabajar en estas condiciones. Yo quiero ser protagonista de un nuevo cuento. Quiero ser Princesa.
El encargado la mira a los ojos y deja su lista de faltas de asistencia. Hoy no ha venido Ariel por haber cogido un resfriado: tanto tiempo en la piscina haciendo piruetas la ha dejado exhausta.
-Oye, Princesa. Esto no es un cuento. Aquí todo el mundo tenemos nuestro papel en la vida. Los príncipes azules no intentan rescataros, las brujas malvadas ya no traen manzanas envenenadas sino facturas de luz y agua. Jasmine cogió cáncer de piel por exponerse demasiado rato al sol y el reino de Aladino, tras ser rey, cayó en guerra por la cueva del tesoro. Ariel se dedica a los espectáculos acuáticos, y su príncipe forma parte de la marina. A Cenicienta los zapatos le iban perfectamente ajustados y se le cayeron. Ahora tiene agujas por dentro y están bien sujetos a los pies para no tropezarse y armar un numerito. Blancanieves se desmaya tras intentar ahogarse para que su príncipe le haga el boca-boca y Peter Pan tiene cuarenta y cinco años. Nunca Jamás fue tiranizado por Garfio y a Alicia la decapitaron tras perder el juicio contra la reina de corazones. A Aurora no hay príncipe que la despierte de su estado vegetal y de Bella y Bestia no sabemos nada después de que se fugasen del castillo que aparece al empezar las películas de Disney.
El encargado le ofrece un paño con una sonrisa de desdén.
-Bienvenida, Princesa.
Simplemente genial.
Nunca habia visto diney world desde esa perspectiva, bueno en verdad nunca habia visto disney world desde ninguna perspectiva.
No se no es un sitio que me atrajese de pequeño como a todos los crios. Yo preferia ir a cuevas y meterme en el averno.
saluDOS
¡Me encanta! me encanta esta visión de las princesas, los píncipes, las carrozas y sus respectivas historias actualizadas al siglo en el que estamos.
No te voy a negar que unos han corrido peor suerte que otros y que su "presente actual" es un poco triste, pero yo me he cansado de reirme al leerlo.
Así que... mil gracias ;)
Un besote!