Estaba escuchando Canción Húmeda, del disco Mentiroso Mentiroso de Iván Ferreiro.
Unos días después terminó de ocurrírseme la historia para complementar a la canción y al dibujo.
Desde que nacimos, estuvimos conectados. Con lo cuál, no recordamos momentos en los que hayamos estado separados, o sin el vínculo que nos une.
Tú me tienes a mí atrapado por el corazón.
Yo te tengo a ti atrapado por la muñeca.
Me pregunto qué es lo que pasaría si nos soltásemos.
¿Quién se quedaría con todo?
Las palabras no son necesarias entre nosotros dos. Nos basta una mirada y el flujo de nuestra sangre para entendernos. No hacen falta sonidos, tan sólo el de nuestros latidos, por esa corta correa roja que nos enlaza, nos une y nos sujeta fuertemente.
Somos una fuente de vida el uno para el otro.
Si uno se va, ¿Vivirá el otro?
Un día nos desvincularon.
Estuve unas horas sin ti. Mi corazón latía fuertemente y en cuanto rompieron aquel vínculo rojo, nuestro hilo rojo del destino, mi corazón, que asoma por el pecho como un caramelo es desenvuelto de su protección, comenzó a formar hilos, de un material rojo, brillante, lleno de vida.
En el tiempo que le costó volver a unirse a tu muñeca, estuviste inerte con los ojos abiertos. Una mirada vacía, inexpresiva. En cambio, yo me sentí pletórico. Me sentí libre.
Y sin embargo, me sentía incompleto. Sentía que me faltabas tú.
Este vínculo que a la vez nos separa, nos une. Sin ti no estoy completo. Sin mí, estás inacabado.
No me hace falta verte para saber que estás ahí.
Movimientos ausentes, rojizos, miradas llenas de vida, rojas, húmedas, muñecas y corazones latiendo al unísono. Una misma melodía, rítmica, que se acelera a la vez y se relaja en el mismo momento.
Es la música que nos acompaña siempre, una música que conocemos los dos. Es una Canción húmeda, latente, mojada, sangrienta.
No somos una misma persona. Eso lo sabemos bien. Nos probamos el uno al otro, tu muñeca empieza donde acaba mi corazón y mi corazón acaba donde empieza tu muñeca.
Y si por un instante, ausente, pausado, nos separásemos… Y consiguiésemos ser libres los dos, estaríamos asustados, con unos sentimientos tan fuertes que nos uniríamos, por donde sea, boca, brazos, corazón, muñeca…
Para no perderte nunca.
…Es que, me tienes enganchado…
Tú me tienes a mí atrapado por el corazón.
Yo te tengo a ti atrapado por la muñeca.
Me pregunto qué es lo que pasaría si nos soltásemos.
¿Quién se quedaría con todo?
Las palabras no son necesarias entre nosotros dos. Nos basta una mirada y el flujo de nuestra sangre para entendernos. No hacen falta sonidos, tan sólo el de nuestros latidos, por esa corta correa roja que nos enlaza, nos une y nos sujeta fuertemente.
Somos una fuente de vida el uno para el otro.
Si uno se va, ¿Vivirá el otro?
Un día nos desvincularon.
Estuve unas horas sin ti. Mi corazón latía fuertemente y en cuanto rompieron aquel vínculo rojo, nuestro hilo rojo del destino, mi corazón, que asoma por el pecho como un caramelo es desenvuelto de su protección, comenzó a formar hilos, de un material rojo, brillante, lleno de vida.
En el tiempo que le costó volver a unirse a tu muñeca, estuviste inerte con los ojos abiertos. Una mirada vacía, inexpresiva. En cambio, yo me sentí pletórico. Me sentí libre.
Y sin embargo, me sentía incompleto. Sentía que me faltabas tú.
Este vínculo que a la vez nos separa, nos une. Sin ti no estoy completo. Sin mí, estás inacabado.
No me hace falta verte para saber que estás ahí.
Movimientos ausentes, rojizos, miradas llenas de vida, rojas, húmedas, muñecas y corazones latiendo al unísono. Una misma melodía, rítmica, que se acelera a la vez y se relaja en el mismo momento.
Es la música que nos acompaña siempre, una música que conocemos los dos. Es una Canción húmeda, latente, mojada, sangrienta.
No somos una misma persona. Eso lo sabemos bien. Nos probamos el uno al otro, tu muñeca empieza donde acaba mi corazón y mi corazón acaba donde empieza tu muñeca.
Y si por un instante, ausente, pausado, nos separásemos… Y consiguiésemos ser libres los dos, estaríamos asustados, con unos sentimientos tan fuertes que nos uniríamos, por donde sea, boca, brazos, corazón, muñeca…
Para no perderte nunca.
…Es que, me tienes enganchado…
Mirna + Mikelodigas
¡WoW! Menuda combinación de imagen + texto. Me gusta la idea y me me gusta cómo lo has explicado.
Además, en tu historia se explica el porqué de que a las personas se nos tome el pulso en la muñeca... ;)
Un aplauso para los dos y un montón de besotes para tí! ;)