Esta historia se la voy a dedicar a María, propietaria del blog aprendiendo a ver el cielo más azul.
Creo que me ha salido una historia un poco celeste :)
Espero que le guste.
Marta y David caminaban un día por el parque de atracciones.
Marta tenía veinticuatro años, y David veintitrés.
Se conocieron en el instituto.
Marta siempre estuvo enamorada de un chico llamado Andrei, el cual no sentía mas que desprecio por la chica.
David siempre estuvo enamorado de Marta.
Cuando Marta vio que Andrei dejaba el instituto, dudó entre si dejar los estudios para seguirle aunque sabía que era un amor imposible, o si hacer bachillerato, encontrar un trabajo y vivir sin una razón para hacerlo.
David se armó de valor, y pese a saber que Marta estaba loca por Andrei y que él tenía un año menos, compró cinco pensamientos morados, a sabiendas de que esa era la flor que Marta prefería, y se acercó a Marta el cinco de abril de 2003.
- Marta -la llamó.
Marta se giró y vio a un chico con cinco plantas algo espachurradas, de esas que tanto le gustaba cuidar a ella.
- Yo... -empezó David, y le salió un terrible gallo en la voz, y se sonrojó - Yo curaré las heridas que tanto te duelen...
Marta abrió los ojos sorprendida y no pudo evitar una dulce sonrisa que hizo que David cobrase fuerzas para continuar.
-Marta, estoy enamorado de ti. ¿Quieres que sane las heridas de tu corazón?
Y Marta pensó que aunque el chico era un poco cursi, podría ser feliz junto a él. Creyó que él cerraría con paciencia y cariño los desgarrones que hizo Andrei.
Y efectivamente, tuvo razón.
Marta continuó sus estudios y encontró un trabajo. Vivió con una razón para hacerlo.
Decidió no preguntarse si todavía amaba a Andrei y si todavía ansiaba dejar todo por encontrarle.
Sabía que si se ponía a hacerse esa pregunta, cogería su bolso, preparado para una huída rápida y dejar todo lo que había construído con David para echarse a los brazos del dolor que te hace la persona que amas, que es una tristeza que aceptas con una sonrisa resignada.
Marta tenía dieciséis años cuando empezó a salir con David.
David tenía quince años cuando Marta aceptó que él zurciese los desgarrones de su corazón.
Andrei tenía dieciocho años cuando dejó los estudios, y una carta con un pensamiento prensado que nunca llegó a ser enviada.
Marta, David y Andrei se encontraron un día en un supermercado.
David y Marta no lo supieron.
Andrei deslizó un pensamiento fresco de color morado en la bolsa de la fruta que llevaba Marta.
Marta se encontró horas más tarde la flor e inmediatamente su primer pensamiento fue para Andrei.
Luego se quedó paralizada y su mente empezó un proceso de borrado automático de los pensamientos dirigidos a Andrei.
Después caminó con movimientos mecánicos hasta el salón del piso que compartían David y Marta y observó los pensamientos que compraba David cada día, para colocarlos en un jarrón con agua.
David había comprado una mesita exclusiva para aquellas flores.
Marta lo siguió observando con las pupilas empequeñecidas, respirando muy rápido.
Escuchó como David colocaba la comida en el frigorífico y decidió colocar el pensamiento en el jarrón.
David terminó de colocar las cosas y salió por la puerta de la cocina. Vio que Marta miraba los pensamientos.
David sonrió y pasó los brazos alrededor de la cintura de Marta. Le dio un beso en el cuello.
Marta imaginó que era Andrei la que la abrazaba, y que no era dulzura lo que emanaba el gesto de los brazos sino pasión y deseo, y que el beso no era un gesto de cariño y amor sino un sugestivo pensamiento que irradiaba susurros eróticos y seductoras insinuaciones.
Marta abrió la boca para inhalar aire, porque se había olvidado de respirar.
Una silenciosa lágrima rodó por su mejilla hasta chocar y deshacerse en pequeñas gotitas contra el suelo.
Consciente de su estado, cerró los ojos y contó pensamientos.
Un pensamiento morado. Dos pensamientos morados. Tres pensamientos morados.
Cuando se tranquilizó, esbozó una sonrisa que quedaba acorde con la situación. Esa sonrisa decía "Situación cotidiana, tranquilidad, costumbre."
Echó la cabeza hacia atrás hasta apoyarla sobre el hombro de David.
David sonrió sin sospechar nada.
Una pequeña costura formada por palabras de David se empezó a deshacer, dejando escapar unas gotitas de sangre que decían "Andrei, Andrei, Andrei".
Era costumbre. Era cariño por parte de Marta y era amor por parte de David.
La primera vez que lo hicieron, David miraba febrilmente a Marta, sin poder creerse aún que fuese ella con la que estaba en la cama, y Marta tenía los ojos cerrados imaginando que era otro cuerpo al que estaba unida.
Marta terminó el bachillerato artístico con buenas notas y David se esforzó por estudiar más para no defraudar a Marta.
Marta encontró trabajo en diseños de camisetas.
Ahorraba para poder crear su propia marca.
Su marca se llamaba "Pensamientos".
La etiqueta era un pensamiento morado.
David trabajaba en una ludoteca inventando manualidades para distraer y enseñar a los niños que venían.
David trabajaba por Marta.
Marta trabajaba por ella misma.
Juntos solían irse de bocata a un extenso parque de hierba verde.
Un día de ellos, coincidieron con Andrei.
Andrei se subió el cuello de su chaqueta negra y esperó a que se tumbasen como solían hacer.
Cuando los dos tenían los ojos cerrados, Andrei se levantó y deslizó un pensamiento morado en la cesta de la comida.
Fue David quien lo encontró, y se ilusionó pensando que Marta había cogido la flor para llevársela allí.
Cuando le dirigió una picardona mirada a Marta, le guiñó el ojo y colocó el pensamiento en el jarrón.
Marta esbozó una sonrisa que no llegaba a los ojos y cuando David se marchó, Marta cogió el pensamiento y lo estrechó fuerte contra sí.
Marta creyó que se iba a volver loca.
Hubo varios encuentros con pensamientos morados que salían de la nada.
No los voy a relatar ahora.
Que cada uno se invente sus propios pensamientos sobre esta historia relacionada con tres personas y una flor morada.
Tras esos encuentros, un día Marta decidió ir al parque de atracciones para no encontrarse con ningún pensamiento de ninguna clase, ninguno relacionado con su mente ni ninguno relacionado con el color morado.
Tras subirse a montañas rusas, tiovivos, comer algodón de azúcar, se encontraron con una amiga del instituto que iba a clase con David.
Estaban haciendo cola en la noria.
David la saludo y empezaron a hablar. La compañera los felicitó por su unión como pareja, aunque aún sin casarse, y charló con David de tiempos pasados.
Justo les tocó el turno.
Marta advirtió que la chica iba sola y le dijo a David que se subiese con ella. Aunque al principio ella lo rechazó alarmada, después se dejó convencer.
David le preguntó si estaría bien sola y Marta sonrió apaciblemente y le dijo que por supuesto.
David y su compañera se subieron juntos en una cabina y Marta esperó a la siguiente vacía.
Marta se subió a su cabina y cuando se acomodó y levantó la vista vio que había un chico enfrente suya.
Marta se quedó sin respiración.
El chico levantó la mirada.
Ninguno de los dos habló.
Andrei le ofreció un sobre.
Marta lo agarró y lo abrió lentamente.
Dentro había un pensamiento prensado y una carta.
Marta no abrió la carta.
Los dos se miraron a los ojos.
Marta rompió el silencio.
-No me hagas esto.
Andrei le dirigió una mirada que significaba "¿Por qué no?"
Cuando David se bajó de la noria y se despidió de su compañera, esperó unas cuantas cabinas vacías y vio pasar otras llenas.
Entonces una le llamó la atención.
En ella había pensamientos morados esparcidos por todas partes.
Creo que me ha salido una historia un poco celeste :)
Espero que le guste.
Marta y David caminaban un día por el parque de atracciones.
Marta tenía veinticuatro años, y David veintitrés.
Se conocieron en el instituto.
Marta siempre estuvo enamorada de un chico llamado Andrei, el cual no sentía mas que desprecio por la chica.
David siempre estuvo enamorado de Marta.
Cuando Marta vio que Andrei dejaba el instituto, dudó entre si dejar los estudios para seguirle aunque sabía que era un amor imposible, o si hacer bachillerato, encontrar un trabajo y vivir sin una razón para hacerlo.
David se armó de valor, y pese a saber que Marta estaba loca por Andrei y que él tenía un año menos, compró cinco pensamientos morados, a sabiendas de que esa era la flor que Marta prefería, y se acercó a Marta el cinco de abril de 2003.
- Marta -la llamó.
Marta se giró y vio a un chico con cinco plantas algo espachurradas, de esas que tanto le gustaba cuidar a ella.
- Yo... -empezó David, y le salió un terrible gallo en la voz, y se sonrojó - Yo curaré las heridas que tanto te duelen...
Marta abrió los ojos sorprendida y no pudo evitar una dulce sonrisa que hizo que David cobrase fuerzas para continuar.
-Marta, estoy enamorado de ti. ¿Quieres que sane las heridas de tu corazón?
Y Marta pensó que aunque el chico era un poco cursi, podría ser feliz junto a él. Creyó que él cerraría con paciencia y cariño los desgarrones que hizo Andrei.
Y efectivamente, tuvo razón.
Marta continuó sus estudios y encontró un trabajo. Vivió con una razón para hacerlo.
Decidió no preguntarse si todavía amaba a Andrei y si todavía ansiaba dejar todo por encontrarle.
Sabía que si se ponía a hacerse esa pregunta, cogería su bolso, preparado para una huída rápida y dejar todo lo que había construído con David para echarse a los brazos del dolor que te hace la persona que amas, que es una tristeza que aceptas con una sonrisa resignada.
Marta tenía dieciséis años cuando empezó a salir con David.
David tenía quince años cuando Marta aceptó que él zurciese los desgarrones de su corazón.
Andrei tenía dieciocho años cuando dejó los estudios, y una carta con un pensamiento prensado que nunca llegó a ser enviada.
Marta, David y Andrei se encontraron un día en un supermercado.
David y Marta no lo supieron.
Andrei deslizó un pensamiento fresco de color morado en la bolsa de la fruta que llevaba Marta.
Marta se encontró horas más tarde la flor e inmediatamente su primer pensamiento fue para Andrei.
Luego se quedó paralizada y su mente empezó un proceso de borrado automático de los pensamientos dirigidos a Andrei.
Después caminó con movimientos mecánicos hasta el salón del piso que compartían David y Marta y observó los pensamientos que compraba David cada día, para colocarlos en un jarrón con agua.
David había comprado una mesita exclusiva para aquellas flores.
Marta lo siguió observando con las pupilas empequeñecidas, respirando muy rápido.
Escuchó como David colocaba la comida en el frigorífico y decidió colocar el pensamiento en el jarrón.
David terminó de colocar las cosas y salió por la puerta de la cocina. Vio que Marta miraba los pensamientos.
David sonrió y pasó los brazos alrededor de la cintura de Marta. Le dio un beso en el cuello.
Marta imaginó que era Andrei la que la abrazaba, y que no era dulzura lo que emanaba el gesto de los brazos sino pasión y deseo, y que el beso no era un gesto de cariño y amor sino un sugestivo pensamiento que irradiaba susurros eróticos y seductoras insinuaciones.
Marta abrió la boca para inhalar aire, porque se había olvidado de respirar.
Una silenciosa lágrima rodó por su mejilla hasta chocar y deshacerse en pequeñas gotitas contra el suelo.
Consciente de su estado, cerró los ojos y contó pensamientos.
Un pensamiento morado. Dos pensamientos morados. Tres pensamientos morados.
Cuando se tranquilizó, esbozó una sonrisa que quedaba acorde con la situación. Esa sonrisa decía "Situación cotidiana, tranquilidad, costumbre."
Echó la cabeza hacia atrás hasta apoyarla sobre el hombro de David.
David sonrió sin sospechar nada.
Una pequeña costura formada por palabras de David se empezó a deshacer, dejando escapar unas gotitas de sangre que decían "Andrei, Andrei, Andrei"
Era costumbre. Era cariño por parte de Marta y era amor por parte de David.
La primera vez que lo hicieron, David miraba febrilmente a Marta, sin poder creerse aún que fuese ella con la que estaba en la cama, y Marta tenía los ojos cerrados imaginando que era otro cuerpo al que estaba unida.
Marta terminó el bachillerato artístico con buenas notas y David se esforzó por estudiar más para no defraudar a Marta.
Marta encontró trabajo en diseños de camisetas.
Ahorraba para poder crear su propia marca.
Su marca se llamaba "Pensamientos".
La etiqueta era un pensamiento morado.
David trabajaba en una ludoteca inventando manualidades para distraer y enseñar a los niños que venían.
David trabajaba por Marta.
Marta trabajaba por ella misma.
Juntos solían irse de bocata a un extenso parque de hierba verde.
Un día de ellos, coincidieron con Andrei.
Andrei se subió el cuello de su chaqueta negra y esperó a que se tumbasen como solían hacer.
Cuando los dos tenían los ojos cerrados, Andrei se levantó y deslizó un pensamiento morado en la cesta de la comida.
Fue David quien lo encontró, y se ilusionó pensando que Marta había cogido la flor para llevársela allí.
Cuando le dirigió una picardona mirada a Marta, le guiñó el ojo y colocó el pensamiento en el jarrón.
Marta esbozó una sonrisa que no llegaba a los ojos y cuando David se marchó, Marta cogió el pensamiento y lo estrechó fuerte contra sí.
Marta creyó que se iba a volver loca.
Hubo varios encuentros con pensamientos morados que salían de la nada.
No los voy a relatar ahora.
Que cada uno se invente sus propios pensamientos sobre esta historia relacionada con tres personas y una flor morada.
Tras esos encuentros, un día Marta decidió ir al parque de atracciones para no encontrarse con ningún pensamiento de ninguna clase, ninguno relacionado con su mente ni ninguno relacionado con el color morado.
Tras subirse a montañas rusas, tiovivos, comer algodón de azúcar, se encontraron con una amiga del instituto que iba a clase con David.
Estaban haciendo cola en la noria.
David la saludo y empezaron a hablar. La compañera los felicitó por su unión como pareja, aunque aún sin casarse, y charló con David de tiempos pasados.
Justo les tocó el turno.
Marta advirtió que la chica iba sola y le dijo a David que se subiese con ella. Aunque al principio ella lo rechazó alarmada, después se dejó convencer.
David le preguntó si estaría bien sola y Marta sonrió apaciblemente y le dijo que por supuesto.
David y su compañera se subieron juntos en una cabina y Marta esperó a la siguiente vacía.
Marta se subió a su cabina y cuando se acomodó y levantó la vista vio que había un chico enfrente suya.
Marta se quedó sin respiración.
El chico levantó la mirada.
Ninguno de los dos habló.
Andrei le ofreció un sobre.
Marta lo agarró y lo abrió lentamente.
Dentro había un pensamiento prensado y una carta.
Marta no abrió la carta.
Los dos se miraron a los ojos.
Marta rompió el silencio.
-No me hagas esto.
Andrei le dirigió una mirada que significaba "¿Por qué no?"
Cuando David se bajó de la noria y se despidió de su compañera, esperó unas cuantas cabinas vacías y vio pasar otras llenas.
Entonces una le llamó la atención.
En ella había pensamientos morados esparcidos por todas partes.
Esto me da a pensar que tienes que tener muy claro lo que quieres en la vida, y que basar el amor en deseo y pasión es joderte la existencia. O crees que Marta y Andrei iban a estar follando y adorándose en el lecho hasta los 90? Además, un tipo como Andrei que trata de conseguir lo que quiere sin importarle los sentimientos ni la salud mental de los demás, es un egoista de los grandes. Ni romanticismo ni pollas, EGOISMO.
Lo que tenía que haber hecho Marta era haberse pedido una erasmus y haberse ido al quinto pino lejos del mamonazo y del pobre engañado de David. Que si ella lo pasó mal, dudo que el pobre chaval mereciese eso.
Arf, ya está xDDD
Ah, me encanta como escribes, señorita (L)
pero que miedo xDDD
Es que he visto ya mucho egoista que se camufla detrás del romanticismo (ya no pq me haya pasado a mí) y me ponen ENFERMA.
A la larga es probable que ese tipo de persona sean maltratadoras psícológicas.
Imagino la cara de David y me hago cruces de cómo debió quedarse tras la huída de aquellos amantes. ¿Por qué, joder? ¿Por qué cuando has conseguido olvidar a una persona, el día más inesperado se te presenta delante y te remueve el estómago, como en los viejos tiempos? Quizá la herida que dejó estaba en un estado de candente pasividad que sólo con un reencuentro, se reabrió.
Por eso hay que ser fuerte, sí! Y hay que saber decir como dijo Sergio Dalma: A buena hora...
Y de acuerdo a Cinnamon, ¿a quién acudirá Marta cuando se le acabe la fogosidad que sentía por Andrei? Preguntas sin respuesta que dejan esta historia, abierta, como los preciosos pensamientos otoñales (muy buenos, por cierto XD)
Un saludo!
Yo lo sé!! acudirá a David, pobre ingenuo, que la esperará con los brazos abiertos porque la ha querido y siempre la querrá... NO!!! Yo digo.. final alternativo!! y feliz, claro. Creo que todos los cuentos tendrían que tener un final feliz porque en la vida ya hay suficientes finales tristes... Así que mi final alternativo es: SÍ!! Marta y Andrei (qué nombre mas bonito, por cierto) van a estar adorandose en el lecho hasta los 90!!! Y David? pues David tenía a alguien detrás que cerraba el triángulo, cuadrado o lo que sea, amoroso. Ese alguien que tenia un nombre guay que se invente Elena llevaba detrás de David toooodos esos años que David estaba con Marta. Y de repente un día se da la vueltay la ve, cae rendido a sus pies y tooooodos felices!!
Por cierto, cada vez nos veo mas parecidas xDD
Personalmente creo que Marta no debería haber salid con David, puesto que en el fondo sabía que era el premio de consolación al no poder estar con Andrei. Y menos convivir, vamos.
Tantos sentimientos fingidos...no me parece bien.
:-O
Así me que quedado, con la boca abierta y sin saber muy bien qué decir...
Me lo he leído tres veces seguidas y en cada nueva lectura he ido descubriendo cosas que hacen que la historia me guste más y más...
Aún así... no soy capaz de diferenciar entre malos y buenos, porque cuando es el corazón el que manda... ¿se es malo por hacerle caso?, ¿y bueno?, ¿o se es mejor o peor persona por conseguir que la cabeza mande sobre el corazón?
David me da pena, creo que a nadie le gustaría estar en su piel. También estoy convencida de que Andrei dejará tirada a Marta, lo que no sé es si ella volverá junto a David para que le vuelva a zurdir su roto corazón y, también, si David estaría dispuesto a volver a hacerlo... Supongo que sí, porque somos así de tontos cuando nos enamoramos, pero... he de volver a lo que te decía al principio: en temas del corazón no hay ni buenos ni malos, hay sentimientos y frente a ellos... no hay quién luche.
Pueden existir valientes caballeros de blanco corcel discpuestos a luchar contra dragones, puede que logren derrotarlos pero... ¿quién ha vencido a un sentimiento verdadero, fuerte y real? yo no conozco a nadie que haya podido...
P.D. Y mil millones de gracias por la dedicatoria. La historia realmente me ha gustado muchísimo y... al menos yo, escucho como pide a gritos una continuación!!! ;)
Un besote!
Siento el retraso, pero he estado fuera este bonito findesemana.
Las historias de amor, nunca me han matado. Yo tengo una frase:
Que bonito es el amor, y que asco que me da.
Sinceramente, el texto me recuerda a una pareja que conozco. Espero que no acabe así esa pareja, espero que ella no tenga un "amor" de años atrás y deje a mi amigo por el.
El se llama David (mi amigo) curiosa coincidencia, y es capaz de todo lo que hace tu personaje y más por ella.
Hay una cosa en el comentario de Maria que me gustaria rebatir.
Dice que no sabe diferenciar entre buenos y malos cuando es el corazón el que manda, es muy sencillo una persona que no es capaz de renunciar a otra por la felicidad de esta, muy buena no es.
Hay veces que aunque duela horrores, tienes que dejar lo que más quieres. Cuando te llega lo sabes.
saluDOS y sigue escribiendo.
En primer lugar, se que tardo en comentar.
Bien, ahora centrándonos en el relato; es simplemente magnífico y absorbente. Los personajes están muy bien presentados, así como sus motivaciones. Pero me llama en especial la atención Andrei por el motivo de cómo va dejando sutiles pistas de su presencia, haciendo que Marta no llegue a olvidarse de él. Por un lado hay que reconocerle el esfuerzo, y por otro... demonios, no dejo de pensar que es un hábil urdidor.
Como ya dije, te envidio por poder escribir relatos así.
Ahora, en una nota totalmente aparte y alegando desvarío nocturno, si Andrei compró todos esos pensamientos morados en una tienda para llenar la cabina de la noria ¿alguien se imagina la cara que tuvo que poner el florista?
Bueno, mejor ya dejo de desvariar.
Hasta otra ^^
Lo peor de todo esto es que han ocurrido miles de casos como éste en la realidad.
Creo que el personaje que mejor parado sale es David, porque tiene la ocasión de pasar una prueba de fuego: ¿perdonará a Marta por lo que hizo y será capaz de amar de nuevo a otra persona con la misma intensidad y profundidad? ¿o se convertirá en uno de esos desengañados de la vida, con el corazón roto, incapaz de volver a confiar en nadie?
Si logra superarlo, dará un paso importante en su vida y demostrará una madurez y una capacidad para amar fuera de lo común.
En cambio, Marta es más infantil y carece de confianza en sí misma, porque depende del amor de otros para sentirse bien. Eso sí es ser egoísta.
Y en cuanto a Andrei, es el menos acomplejado: si se cansa de ella, seducirá a otra incauta y él tan feliz.
A mí me parece que el tema del amor está sobrevalorado y sobreexplotado. Tantas ganas de complicarse la vida con historias amorosas sólo demuestran aburrimiendo y pasividad hacia un mundo que cruje por el peso de las injusticias.
P.S.: Y en cuanto a si se es mejor o peor por conseguir que la cabeza mande sobre el corazón... depende de la cabeza de cada uno, xD.