• Home
  • Posts RSS
  • Escritorio
  • Edit
Blue Orange Green Pink Purple

Se oye cantar ♫


John Boy





Charlotte, Charlotte la del pelo rojo. Rojo, rojo teñido. Rojo mandarina. Charlotte insustancial, Charlotte insípida.

Caminaba por la calle, cruzando los semáforos cuando empiezan a titilear. Dirigiéndome a la parada del bus.
No tardé en llegar, viendo a la misma gente de siempre: la pareja de abuelos de la casita 63, la mujer mayor solterona que deja las colillas en los felpudos de entrada (creo que anteayer fue la quinta vez que me tocó cepillar el mío), la mamá con los dos nenes que llevan uniforme del cole y el chaval de mi instituto con el que me siento en el bus pero no hablo.
Pero había alguien nuevo.
Un chico, un chico del que no pude apartar la mirada nada más sentarme en el escaparate de la tienda de alfombras.
Que el dueño nos debe de odiar, porque todos nos sentamos a esperar el bus en su hermoso y amplio escaparate.
Tenía puesta una chaqueta de tela a cuadros rosas y morados, que se entrecruzaban formando otros cuadrados de distintos tonos.
Unos vaqueros ajustados, pitillo, de azul oscuro.
Victorias azules, y en la mano un mechero con círculos rosas.
Me enamoré de ese tío nada más verlo.
Me enamoré de su piercing negro en la ceja derecha y de su corte de pelo. Con una patilla finita, casi rapadita, semiflequillo y pelo cortito. Me enamoré del tío de la chaqueta de cuadros.
Y le llamé John Boy. En mi mente.

Y me sentí tan estúpida. Tan insustancial. Con mis pantalones marrones que ni eran ajustados ni acampanados ni eran nada. Con la camiseta gris a rayas de colores y con las converse.
Me sentí insípida, porque ese día no era yo, era yo pero con ropa que no era yo. Porque en esa estúpida mañana no me había apetecido ponerme mis conjuntos característicos ni peinarme y llamar la atención.
Me moría de ganas de preguntarle qué escuchaba. Mataría por haberle cogido un casco. Si escuchaba Piratas, Love of Lesbian o qué. Me daba igual.
Pero no lo hice, qué tonta, qué tonta. Y todo por sentirme incómoda por la ropa que llevaba. Por pensar que no me representaba.
Y me quedé con las ganas. Y cada vez que me subo al bus pienso en él, en mi John Boy, en el chico con la chaqueta de cuadros.
John Boy. John Boy. Que vas llamando la atención, con tu chaqueta, con tus auriculares de cable negro.

Y como soy estúpida no se lo pregunté. No le pregunté qué escuchaba.
Y me subí al bus y me senté un poquito más atrás de él para observarle. Y abandoné mi sitio con Diego, mi compañero del bus, sólo por mirarle.
Estuve unos treinta y cinco minutos con la boca entreabierta y un interrogante en la punta de la lengua, que se ahogó en mis labios.
Disculpa, ¿Qué música escuchas?

Tampoco era muy difícil.
Pero desde aquello, desde aquello, soy incapaz de tomar iniciativa en una conversación con un chico.
Como me pasó con Pablo, que si no me hubiese perseguido no habría tenido a nadie en el instituto.
Como me pasó con todos desde aquello.
Desde aquello.
Desde él.

Así que John Boy se bajó tres paradas antes que yo. Y no se giró para mirarme, cuando yo pegaba la cara y las manos al cristal con desesperación, cubriendo un pequeño trocito de vaho.
Tuve tantas tentaciones de bajarme en el momento en el que se cerraba la puerta y perseguirlo...
Pero, como siempre, no lo hice. Mis piernas no me respondieron, al igual que no lo hizo la voz en su momento.
No lo he vuelto a ver.

No se ha vuelto a subir en el autobús de las 6:37 , ni lo he visto tres paradas antes de la mía.
John Boy, el chico de la chaqueta a cuadros.
El tío del que me enamoré sin sentir realmente nada en el corazón salvo el vacío habitual desde aquello.



John Boy salió de la tienda de discos llevando el disco de David Bowie con el que le había apodado Charlotte, aunque ella por la canción de Love of Lesbian. Realmente no se llamaba así, sino Julian.
Julian, de Dublín, como la canción de Love of Lesbian que él desconocía, y con la que había acertado Charlotte sin saberlo.
Le echó una distraída mirada a una chica con pantalón marrón y camiseta gris con rayas de colores que acababa de llegar y se había sentado al otro lado de la columna donde él estaba apoyado.
Se subió al bus, y cuando llegó a la parada donde debía bajar, se fue.
Y no le dedicó un sólo pensamiento a Charlotte.

Read More 9 susurros | Una parte del día, Mirna Macondo edit post

9 susurros

  1. Intereconomato on 11 de octubre de 2009, 23:16

    Indescriptible, totalmnte Mirna.

     
  2. Mikelodigas on 12 de octubre de 2009, 12:53

    A mi me paso algo parecido hace ya mucho tiempo, ademas la historia es en un autobús, un pequeño yo subió al vehículo y allí en la parte de en medio había una chica pelirroja y con una pecas en las mejillas que hacían que no pudiese apartar la mirada. Sólo la vi una vez más pero me acordare durante mucho tiempo de ella, quizás algún día también tenga un hueco en alguna de mis historias.
    Pienso que todo el mundo tiene por ahí un viajante de autobús desconocido, pero que en cierto modo conecta con nosotros.

    Quien sabe...

     
  3. Étoile on 12 de octubre de 2009, 18:27

    Los momentos más fugaces son los que más se recuerdan :) Y sinceramente, los encuentro preciosos.

    .un muáh de color verde ;]

     
  4. Salt on 13 de octubre de 2009, 22:45

    Dios mío!!! eres la primera persona que conozco que también conoce Love Of Lesbian! Casi me da un algo. Me tienen completamente extasiada desde principios de verano.

    Yo en el bus muchos encuentros de ese tipo no tengo, porque en el bus de mi ciudad parece que solo van jubilados y como que no es plan, pero el metro es otra cosa...
    ¿te he contado alguna vez que me enamoro unas 7 u 8 veces al día? la mayoría son en el metro.

    En fin, que sepas que aunque no comente, leo siempre. Un beso!

     
  5. A.cid on 14 de octubre de 2009, 16:27

    A mí me ha gustado lo tuyo. Gracias (:

     
  6. 170651978 on 16 de octubre de 2009, 10:40

    Señorita, le acabo de dejar un coment en su post "conóceme".

    Le sigo con regularidad.

     
  7. Helena Luna on 17 de octubre de 2009, 1:17

    Aquellos instantes que vuelan, que se nos escapan entre los dedos, son maravillosos porque nos han tocado el tiempo justo, no les ha dado tiempo a estropearse.
    A veces pienso que una vida de amores fugaces y de momentos que pasan como cometas sería una vida maravillosa...
    Besazos sinceros.
    Lena

     
  8. La.vida.en.un.segundo on 18 de octubre de 2009, 3:51

    me gusta mucho este blog :D

     
  9. Anónimo on 19 de octubre de 2009, 12:33

    Voy a darle a "imprimir", porque ya llevo un ratito delante del portátil y no me da para aguantar mucho más. Esta noche me leeré todo lo que me he perdido para entender bien la historia, porque empezar de cero desde aquí no tendría sentido.

    Un besote muy gordo!!!

     


Publicar un comentario
Entrada más reciente Entrada antigua Inicio

Susurros
en la hierba

  • Mirna
      Qué más da una descripción. Conóceme por mis palabras y mis historias, no por adjetivos huecos que no indican realmente cómo soy.
  • Prisas de un beso urgente

    Creative Commons License
    Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

    Mis caprichos de un dólar

    • Arrrgh (1)
    • Conóceme (1)
    • Dandelion et Coquelicot (1)
    • Ellos (5)
    • Frases (3)
    • Historia de lo efímero (3)
    • Historias (27)
    • Interrogantes (2)
    • Les désirs interdits (1)
    • Mirna (11)
    • Pensamientos (7)

    Ruidos de lata

    • No pares esa canción, aún*
      Te estoy diciendo la verdad
    • mi república azul azulejo
      Minúscula.
    • Hablar en silencio
      La pluma
    • Hoy sopa
      Acabo de hacerme otro
    • Retazos.
      CLAUSURA
    • Aprendiendo a ver el cielo más azul
    • EL JARDÍN DE ACRACIA
    • If I lie here...
  • Search






    • Home
    • Posts RSS
    • Comments RSS
    • Edit

    © Copyright Susurros en la hierba. All rights reserved.
    Designed by FTL Wordpress Themes | Bloggerized by FalconHive.com

    Back to Top