Doce años pasé contigo y ahora me dicen que igual se van. Que igual te vas. Ya te fuiste una vez, o más bien, ya nos fuimos. En cuanto tuvimos que abandonar el pequeño paraíso (ya expulsados por entonces): no sé qué pasó ese verano, todo se rompió. Vosotros os fuisteis y nosotras seguimos juntas. Y nada funcionó. Nuestros juegos ya eran para pequeños, o quizá no eran para extraños. Uno se perdió por completo, y nosotros no supimos ayudarle. Tú estabas con él pero por lo visto como si no lo estuvieras; no te culpo por ello, aquí todos sabíamos lo que pasó en sexto de primaria y aquella elección que tuvimos que hacer. Gállego o Ítaca. Ahora no recuerdo bien si tú te cambiaste por acompañarle o fuiste el primero en apuntarte al otro. Sólo sé que él no te siguió a ti sino al otro. Qué daño nos hizo. A los tres, a los cuatro. A todos. Yo también me quedé sola, a ti tampoco quiso incluirte. Pero tú no eras igual que yo. No colaboraste en ello. En cierta manera, de todos los chicos, estuviste a mi lado. Conforme ha pasado el tiempo te he estado idealizando como una especie de hermano mayor, una especie de tato… Pero si me pongo a pensar en las causas que han hecho que estés así… Mejor no, porque no me consuelan sino que para colmo me hacen estar peor. No fumaremos nunca no beberemos nunca seguro que todo lo dijimos en su momento. Yo creo que llegué a verte fumar, pero no estoy segura. Todo es difuso. Más que recuerdos lo que tengo es un sentimiento muy fuerte de amistad, y de aquel reencuentro hace… ¿Dos años? en el que NADA había cambiado. Todos habíamos cambiado de entorno, de amigos… tú te habías ido de aquí por completo. Con tus perros… Bubú se llamaba uno, ¿No? Recuerdo haber jugado al Tekken en tu casa y recuerdo que de los chicos siempre fuiste el más maduro que todos. En tu estilo… Repelente, sabiondo, repeinado. Toyo te estuvo llamando Puntilloso durante un montón de tiempo y los enfados que te cogías eran algo impresionante. Siempre fuiste el más alto, cuando te volví a ver creo que lo seguías siendo. Me suena que de pequeño querías ser abogado… Hace dos años me hablaste de criminología y psicología, que para acceder a la primera tenías que empezar por la segunda. Y pensé, uauh, en tu estilo. Y jugamos a las cartas, al mentiroso… Y os gané. Nunca había jugado, pero ya sabes, la suerte del ganador me pertenece. Tú eras el segundo mejor… Siempre se te dio bien esa clase de cosas. ¿Llegaste a tocar el piano? Me pediste mi teclado. Eras el mejor en Mates (la única asignatura en la que yo no resalté.) Te recuerdo con gafas y aparato, me acuerdo de tus abanicos de Coliseum ya por tus once años y aquella foto de Port Aventura en el Dragon Khan. Me acuerdo de los imanes de tu nevera. Y ligeramente de tu jardín… No recuerdo cumples tuyos, aunque tengo la sensación de haber asistido a alguno de ellos. Recuerdo aquellos dragones que nos regalaste a él y a mí… el suyo naranja, el mío morado. Eran horterísimas, pero joder, nos pegaban. Jugábamos a Slayers… La serie, Reena & Gaudi. ¡MATADRAGONES! ¿Qué ha sido de esos niños? ¿Y de los dragones? No sé si llegaste a saber lo que hizo él con el suyo. Pero fue por el otro. El mío permaneció intacto pero supongo que en alguna limpieza general lo terminaría tirando. La purpurina que llevaban se pegaba a los dedos… Preferías Kika Superbruja a Manolito Gafotas, yo no. Nunca había llorado tanto por alguien, o no sé, quizá sí, pero no de esta manera. No sé si es miedo, o dolor, o desesperación o incredulidad. Sólo sé que te vas y que te vas porque te perdimos, porque al final, tú creciste y yo sigo con mis ideales. No beberé no fumaré elección propia, que conste. Él no lo hace porque supongo que tampoco ha tenido opción, ella sí, y le va bien y le gusta. Y luego estás tú. Estás tú en esa camilla y vigilado, vigilado por alguien que no somos tus compañeros de clase buscándote en el juego de Las Tinieblas o al Chocolate inglés. ¿Te acuerdas del Escondite en la explanada de al lado de mi nueva casa? ¡Fue brutal! Estaba todo lleno de capitanas enormes, verdes, (a las que luego desarrollé una alergia terrible) y era igual que estar en una especie de aventura supersecreta… ¿Dónde están esos niños? ¿Dónde está la explanada? Ahora hay una casa y los vecinos son supertontos y pijos y me caen mal. Me suena que te cambiaste de casa una vez aquí, pero no estoy segura. Me acuerdo de que me dijiste que la llave de tu buzón valía para los de toda la calle. Tuviste móvil antes que nadie… última generación. Me acuerdo de tus gatitos. Y de tus gafas de sol… Y de tu diente lechoso, o roto, no me acuerdo. Me acuerdo de haberte visto con gafas, y aparato… Joder, qué fea era yo de pequeña. Y con esas gafas ya ni te cuento. Tú no me dijiste nada… O quizá gafotas en broma, porque tú también llevabas. Creo que luego te pasaste a lentillas. No creo que lo comentáramos aquel día hace dos años, pero no quiero sacarme el carnet. Ahora aún menos. Yo me acabo de enterar de que te lo has sacado. Y ahora quiero sacármelo aún menos. Y ahora quiero beber aún menos. Y ahora odio los hospitales que con tanta frecuencia piso, aun más. ¿Estabas operado de algo? No me acuerdo. ¿Y ahora? ¿Te operarán? Te recuerdo como mejor amigo de Conejos… en aquel cumple en el que ella y yo vomitamos como locas a la vez por la gelatina. Recuerdo haber comido espaguetis con tomate y carne y de que tu madre me amenazaba con hacer alcachofas. Recuerdo habernos metido a una gymcana… no sé si del colegio o yo que sé qué. Y nos metimos a la piscina vacía de los peques, calentita (ahora pienso, agh…) y todos, los cuatro, nadábamos como sirenas y tritones (sirenos). A ella se le daba la que mejor… También nos recuerdo con patines. ¿Hacías kárate? Yo gimnasia rítmica… era penosa. Creo que fuiste el que más abdominales hizo aquella vez. ¡Y en las luchas de la colchoneta! Eras el mejor. El más grande y más fuerte (y con el corazón más sensible que puede llegar a tener una persona) era él… Pero tú lo vencías. Estuve en tu equipo y él me aplastó el anular. Ay.
Pero nos fuimos. Nos separamos. Y nuestras vidas cambiaron por completo de manera totalmente distinta. Y ahora no estás y quizá no estés. Y que si te voy a ver igual me muero de verte así. ¿Y si no te acuerdas de todo esto? ¿Y si no te acuerdas de mí, de nosotros? ¿Por qué, de los cuatro, has tenido que ser tú? ¿Por que eres el que se marchó por completo y cambió por completo? ¿Y qué ha sido de esos niños? ¿De esas calles? ¿De esas ferias en las que nos montamos todos juntos? ¿De las excursiones a la maldita Aljafería? ¿Dónde están?
¿Dónde estás?
En otoño todo suena triste y gris.
Yo este post ya lo leí y comenté en su día, estoy convencidísimo. :-/
Historias de Aljafería...malditas calles de Zaragoza!
No se me ocurre ningún comentario que esté a la altura de esto... Sólo que duele. Duele mucho.
Me gusta. Y mucho. ¿Te hace un té?